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viernes, 6 de mayo de 2011

Un taller muy especial


 




Creo que lo he dicho por aquí alguna que otra vez: soy maestra, concretamente de educación infantil. Viene al caso porque las tartas que quiero presentaros, que estais viendo en las fotos de arriba, están hechas por los pasteleros y pasteleras más maravillosos que podais imaginar, aquellos que le echan ilusión, tesón y magia a todo: los niños y niñas de mi colegio.
Todo empezó por una idea que yo acariciaba desde hacía algún tiempo: realizar un taller de tartas fondant con mis alumnos y alumnas de tres años con ayuda de algunas madres. Pues la cosa es que, en una charla informal con algunos padres/madres de la clase, les conté mi afición por las estas tartas y mi inteción de hacer algo con los niños/as. El padre de una de ellas se interesó especialmente por la idea y me contó que él dirige una Casa de Oficios, concretamente "El horno de Villablanca" (en este pequeño y bonito pueblo de Huelva trabajo) y que había chavales aprendiendo repostería, que ponía a nuestra disposición recursos humanos y materiales necesarios y que nos invitaba a todos los niños/as del ciclo (casi noventa, wow) a hacer la actividad.

Se lo conté a mis compañeras y se entusiasmaron con el proyecto, así que pusimos en marcha lluvias de ideas para nuestro taller de tartas. Aproveché las vacaciones de semana santa para diseñar el esbozo, lo que haríamos; después de una puesta en común de las actividades, agrupamientos y fechas posibles para ir, sacamos la idea adelante.
Los niños y niñas parecían muy motivados, tenían muchas ganas de hacer tartas "fantasía", de colores, y en eso consistió básicamente el taller: en echarle cariño, esfuerzo y experimentación por parte de todos. El primer día hicieron bizcochos. Fue precioso y divertido verles las caritas llenas de harina, las manos, todo, todo  era harina jejeje... manipularon los ingredientes, batieron, movieron, untaron...
Al día siguiente, de nuevo a la panadería. Ay, esa fila (seño, el zapato; seño, que éste me ha empujao; seño, que fulanito no me quiere agarrar; seño, que menganita se ha soltao... ay,... jejeje) a hacer el relleno a base de mantequilla despachurrada (sentido textual, cuando digo manipulación, lo digo porque así fue) batida con azúcar glass y al que añadieron crema de chocolate.. ¡ummm qué delicia.!! Si les viérais, esos deditos en la crema!... Rellenaron y untaron el bizcocho, todo con la ayuda de los monitores, Luis y Carlos, magnificos reposteros y el cariño e interés de los aprendices, chavales y chavalas simpáticos y con ganas de currar. Bajo la supervisión de Nicolás, impulsor de la idea, totalmente atento en ayudar en lo que necesitáramos  y papá de mi alumna. Había también detalles especiales: dos alumnas del curso, Tamara y Aroa,  son madres de dos alumnos míos y pudieron disfrutar de sus hijos en este taller sin perderse un detalle.
El último día tocaba cubrir con fondant y decorar con figuritas con moldes. Después de algún que otro desajuste con esta pasta tan particular  (ya sabéis que a veces se resiste), nuestros niños y niñas terminaron sus lindas tartas de fantasía y se fueron más contentos que unas pascuas, pues al día siguiente invitamos a la casa de oficios a que vinieran al cole a proceder a la degustación de las tres tartas que hicimos con ellos.
 ¡Fue un momento muy bonito, en el patio del colegio,  y las tartas estaban riquísimas!!
Para mí ha sido un talller especial, pues conjugaba algunas de mis grandes pasiones: los niños y las tartas decoradas. Desde aquí quiero agradecer de nuevo el interés e ilusión mostrado por la  Casa de Oficios "El horno de Villablanca" y un guiño cariñoso a mis compañeras: Lola, Susana, Loli, María del Mar y Cristina, pues sin sus ganas tampoco hubiera sido posible. A mis alumnos y alumnas, ... besos y achuchones, que lo hemos pasado genial y hemos aprendido mucho.
Ah, se me olvidaba: me hubiera encantado poner fotos del caretito de los niños y niñas: podéis imaginar que son maravillosas, en momentos inolvidables, ...pero nos quedaremos con las ganas por aquello de salvaguardar la integridad e identidad de los menores.